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viernes, 4 de enero de 2013

Los conocimientos tántricos y taoístas son ignorados por la comunidad científica.


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Sexualidad de la Nueva Era - Un conocimiento científico implica la existencia de una hipótesis o teoría, una experimentación y la confirmación de la hipótesis.

Desde este punto de vista tanto los conocimientos occidentales como los orientales son científicos, puesto que cada investigador antes de difundirlos confirmó (la hipótesis) que son reales.

“Pero” en la actualidad para que un conocimiento pueda llamarse científico a más de ser confirmado por los investigadores, tiene que ser confirmado por toda la comunidad científica.

Entonces, los conocimientos occidentales han sido estudiados y confirmados por la comunidad científica, mientras que los conocimientos tántricos y taoístas (al no ser estudiados en América y Europa, porque no se los conocía) han sido confirmados solamente por investigadores orientales.

Que un conocimiento sexual deba ser avalado por la comunidad científica como paso previo a ser difundido, por un lado es bueno ya que garantiza que todo lo que nos enseñan los sexólogos y terapeutas sexuales son conocimientos reales, pero por otro lado nos trae dos inconvenientes:

El primer inconveniente se origina debido a que los conocimientos sexuales orientales no han sido estudiados por los investigadores occidentales, y al no poder confirmarse su validez (más aun si se trata de temas subjetivos como el estudio de las emociones, sentimientos, espiritualidad, nivel de conciencia, energía, etc, que son más difíciles de constatar) la comunidad científica "evita hablar de ellos", como que los conocimientos tántricos y taoístas no existieran o tuvieran poco valor, resultado de lo cual pocas personas en occidente los conocen.   

Y el segundo inconveniente es que “toma mucho tiempo que la comunidad científica acepte un tema como científico”, vamos a dar dos ejemplos al respecto:



-350 años AC, Aristóteles ya manifestó que la mujer eyaculaba.
-150 años DC, el médico Galeno de Pérgamo también lo dijo.
-En 1926 el ginecólogo Theodoor Hendrik Van de Velde comprobó la expulsión de una secreción en el momento del orgasmo femenino.
- Y en 1987 los investigadores Alice Ladas, Beverly Whipple y John Perry [1] , también lo confirmaron.

2) El Punto G en la mujer:

-En 1672 el médico Regnier de Graaf ya habló sobre el concepto de la próstata femenina (punto g).
-En 1880 el ginecólogo Alexander Skene habló también sobre el concepto de la glándula periuretral (punto g).
-En 1950 los ginecólogos Ernst Gräfenberg y Robert L. Dickinson describieron lo que hoy se conoce con el nombre de punto de Gräfenberg o punto g.
-Y en 1999 el doctor Milan Zaviavic (Director de patología en una escuela de medicina en Eslovaquia) confirmó a través de 200 autopsias, que existe un tejido glandular periuretral en las mujeres (punto g) y cuyo marcador es la PSA, el mismo que para la próstata masculina.

Los datos antes manifestados forman parte del material utilizado en los cursos de sexología clínica de la facultad de medicina de la Universidad de la república del Uruguay [2] y del video de educación sexual para adultos desarrollado por el Instituto Sinclair de los EE. UU. que lleva el título: Guía del Punto G y Orgasmos Múltiples [3].    

Está claro que desde hace mucho tiempo se sabe que la mujer eyacula y que el punto g femenino existe, entonces:

¿Porqué la comunidad científica desde hace más de 50 años no ha dado a conocer ésta información abiertamente y a todo nivel?

Respuesta:

Porque para darla a conocer es indispensable que se convierta en conocimiento científico, y para que ésto suceda primero tiene que ser aceptado por la totalidad de la comunidad científica, y hasta el día de hoy el 100% de la comunidad científica no ha avalado la existencia del punto g y la eyaculación femenina (ésta es la razón por la cual algunos doctores manifiestan que estos temas no existen).

Es una gran desventaja que la ciencia demore tanto tiempo en confirmar la validez de un conocimiento, se puede evidenciar en los casos descritos anteriormente que una vez realizadas las primeras confirmaciones han pasado décadas y todavía la comunidad científica (representada por los sexólogos y terapeutas sexuales) “no” ha promovido cursos de educación sexual para su difusión (solo los investigadores científicos que confirmaron las hipótesis por cuenta propia son los que lo han hecho público la existencia de la eyaculación femenina y el punto g).

Es importante mencionar también que desde 1950 la sexología conoce la relación existente entre el músculo pubocoxígeo (anatómicamente llamado Levator ani o músculo PC) y el control de los niveles de excitación en las personas, pero hasta el día de hoy la comunidad científica no ha explicado la forma de utilizar ésta información para que tanto hombres como mujeres puedan solucionar sus problemas de eyaculación precóz y anorgasmia. 

Cabe indicar además que desde hace varias décadas la comunidad sexológica vienen manifestando que los hombres también pueden ser multiorgásmicos, pero tampoco los sexólogos y terapeutas sexuales han enseñado la forma de acceder a ésta experimentación.  

Por último, hay que estar consientes que hace más de 40 años ya se conocían las fases de la respuesta sexual humana (excitación, meseta, orgasmo y resolución) y su relación con los procesos que experimenta el hombre y la mujer dentro del coito, pero hasta la fecha tampoco la comunidad científica a enseñado la forma en que hombres y mujeres pueden desencadenar a voluntad orgasmos y eyaculaciones de diferentes tipos e intensidades.

Entonces imaginémonos si un conocimiento nuevo dictado por el Tantra o el Taoísmo se lo pretende dar a conocer, los sexólogos y terapeutas sexuales no lo van a difundir (hasta que sea valorado), lo primero que harán (al tener los conocimientos orientales en sus manos) es enviarlos a sus investigadores para que realicen la investigación científica en base al método científico (proceso: hipótesis, experimentación y confirmación).

Posteriormente los resultados serán publicados en revistas científicas y comentados en los diferentes congresos sobre sexualidad con el objetivo de motivar a que cada vez más investigadores se interesen en el tema.

El proceso continuaría indefinidamente hasta que la "totalidad" de la comunidad científica los acepte, hasta tanto habrán pasado 50 años o más y en todo ese tiempo las personas no podrían beneficiarse de los conocimientos orientales.

El camino no es ese, el "camino que se propone" es:

Que en base a la investigación independiente conozcamos las enseñanzas del tántra y el taoísmo, las pongamos en práctica y cada uno de nosotros las confirmemos, de ésta manera estaríamos “beneficiandonos hoy”.

Si una mujer confirma que siente su punto g y que eyacula, y un hombre logra experimentar orgasmos, o una pareja alcanza a vislumbrar el gozo emocional o el éxtasis espiritual, a ninguno de ellos les va ha importar que otras personas manifiesten que lo que han experimentado no existe.

Lo peor que podría pasar es que los nuevos conceptos y técnicas no den resultados, momento en el cual serían desechados.

Pero si logramos confirmar que las enseñanzas orientales son reales, tendríamos la oportunidad de continuar aprendiendo conocimientos ancestrales (y su relación con el placer, el nivel de consciencia y la felicidad) que rompen los paradigmas (ideas preconcebidas) relacionados con la forma en que entendemos y vivimos nuestra sexualidad.



Notas y Referencias:

[1] Ladas, Alice Kahn; Whipple, B; Perry, JD (1982) (en inglés). The G-Spot and other discoveries about human sexuality. Nueva York: Holt, Rinehart, and Winston. ISBN 00440130409

[2] Estudio sobre respuesta sexual humana corregida en el año 2005 por el Dr. Andres Flores Colombino . Material para curso de sexología clínica del posgrado de psiquiatría de la facultad de medicina de la universidad de la república del Uruguay (ver aquí pagina 23 bajo el título: El Punto G).

[3] Guía del Punto G y Orgasmos Múltiples. Beverly Whipple, Bernie Zilbergeld, Linda Banner y Marty Klein. DVD de Educación Sexual Exclusivamente para Adultos que forma parte de la Biblioteca del Instituto de la Intimidad SINCLAIR. EE. UU. 1999. (Español).